lunes, 10 de junio de 2013

El calor modifica los genes de 
las moscas.


En los últimos 37 años las temperaturas han subido, y estos cambios han tenido efecto sobre la composición de la mosca Drosophila suboscura, una de las más comunes en el continente europeo. Estas son las conclusiones de un estudio realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona, que han analizado la evolución del genoma de esta especie desde 1976. 

En un primer trabajo, los investigadores se centraron en uno de los cinco pares decromosomas que conforman el genoma de la mosca, e identificaron dos variantes: una cuya frecuencia aumenta durante el invierno y confiere adaptación al frío, y otra de adaptación al calor que prolifera más en verano. Los resultados revelaron que las moscas actuales, comparadas con las de los años 70, tienen una mayor proporción de variantes tolerantes al calor.

En el año 2011, aprovechando la ola de calor que azotó a parte del continente europeo, los científicos estudiaron el genoma total de la especie, y ampliaron el muestreo, antes realizado con moscas de una población cercana a Santiago de Compostela, con una población de la provincia de Guipúzcoa. Las conclusiones de este análisis, que se publica en la revista Biology Letters, revelaron que la ola de calor alteró profundamente la composición genética de Drosophila subobscura. En primavera, y en tan solo una generación, las poblaciones adquirieron una configuración genética típica del verano, y durante toda la ola de calor las moscas portadoras de las variantes genéticas adaptadas a las altas temperaturas dejaron una media de cinco descendientes más que las portadoras de variantes de frío. 

“Nuestros resultados indican que la resistencia al calor tiene un origen genético. No obstante, no podríamos hablar de un gen del calor o un gen del frío, sino que los factores genéticos de la resistencia al calor están distribuidos por todo el genoma, al menos en estos organismos”, ha explicado Francisco Rodriguez-Trelles, uno de los autores. Además, según indica, “los resultados que hemos obtenido son una prueba fehaciente de que el incremento de temperatura está influyendo en la evolución de algunas especies”.

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